miércoles, 1 de abril de 2009

SIGNOS (Tristana Soler) dedicado al poeta J.L. Villena

Hasta los signos vienen
las sombras torturadas.
ANTONIO GAMONEDA



¿Es tu memoria, acaso, más que sombra?
¿Cuándo supiste tú de otros momentos
que no acabaran pronto en algún humo?
Quieres guardarlos, abres
la caja del ayer como si fuese un libro
y lees las palabras solamente.
Nunca los textos
pudieron arrojar tantas imágenes.
El papel del pasado está lleno de líneas
y lleno de sucesos que fuiste desechando.
Pero nunca se borran, son los signos
que no quieres leer
y vuelven, vagabundos, por tu mente.

Ellos llevan maletas de cansancio
y llaman a una puerta que aún les pertenece.
Pretendes no atender su insistente llamada
mas no dejas por ello de escuchar el sonido.
Llaman constantemente. No están muertos,
aunque su rostro sea más frío que el invierno.
Sombras son, sí. Quizás por eso sombras
ocupan tus espacios y tus sueños.

Llegan de otras ciudades, de otro mar, de otro hombre
que fuiste tú con ellos. Tú no eras
entonces sino un ágil muchacho que tenía
un tiempo más que tiempo,
un amor que no fue sino fuego o bebida,
toda una historia larga que narrar.

No contaste con ellos.
Quisiste ser el dueño de tu vida
y firmar amplias páginas escritas a tu antojo.
Ellos, pequeñas bestias, te temían,
escondiéndose siempre detrás de los olvidos.


Pasaron tantas cosas que los hicieron fuertes
y no tuvieron ya más temor que su inercia.
Salieron, como salen los tigres de los árboles
y en los árboles dejan su arañazo y su sombra.
Ahora siguen contigo y asoman su cabeza
cada vez que la vida se tuerce en una esquina.

Son las notas borradas de tus folios,
los tristes garabatos que vivieron
a través del engaño de tu tinta.
Nada saben de ti. Tal vez ya han olvidado
y sólo tú recuerdas su existencia y los traes
a vivir nuevamente su martirio.

¿Es tu memoria entonces
un dios que va dejando en el olvido
todo lo que fue hoy y ahora es ya pasado?
Los muertos no se olvidan. Siguen, muertos,
recordando la mente que los hizo.
¿Cuándo supieron ellos de no nacer, no ser,
no doler en la vida? No los culpes.
Deja su inexistencia aún latente
y llévalos contigo en humildad.

También tú, que los niegas,
fuiste deseo un día de tus padres,
circunstancia de un cuerpo que te llevó en su cuerpo,
negación de otros sueños que no alcanzaron nada.
Sombras junto a las sombras, vamos todos,
olvidando, al olvido,
como un navío fúnebre en sus aguas.

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